Publicado: Guatemala, 25 de julio del 2025
¿Fortaleza financiera o fraude intergeneracional? Jorge Jacobs explica cómo la reciente colocación de USD1,500 millones en eurobonos no es signo de solidez fiscal, sino una maniobra política que endeuda a futuras generaciones para financiar el clientelismo del presente.
El gobierno y sus adláteres celebraron como un éxito rotundo la colocación de USD1,500 millones en eurobonos. La narrativa oficial es de fortaleza y visión: financiamiento asegurado para “grandes obras” y un espaldarazo de los mercados internacionales. Pero, ¿es realmente una victoria para los guatemaltecos o una peligrosa apuesta pagada con su servidumbre futura?
La realidad es mucho menos alentadora. Esta emisión de deuda no responde a una necesidad crítica, sino a un cálculo político de manual. El gobierno ya contaba con una liquidez récord en caja, cercana a los Q25,000 millones. La ejecución presupuestaria, además, ha sido notablemente baja. Entonces, si el dinero abunda y no se gasta eficientemente, ¿por qué contraer una de las deudas más onerosas de nuestra historia reciente, atándonos a tasas de hasta el 7 por ciento por treinta años?
La respuesta se encuentra en los incentivos que mueven a los políticos. El endeudamiento es la herramienta perfecta para quien busca rédito electoral a corto plazo. Permite al gobierno de turno disfrutar de los beneficios visibles e inmediatos del gasto —anunciar carreteras, puentes y hasta un metro—, mientras los costos se difuminan en el tiempo, recayendo sobre futuras generaciones de tributarios que hoy no votan y algunos ni han nacido. Una forma de comprar aplausos hoy, con la tarjeta de crédito de nuestros hijos y nietos.
El gobierno ha optado por la vía fácil del endeudamiento, en lugar de la ruta políticamente costosa de la disciplina fiscal. Es un potente anestésico que adormece la urgencia de acometer las reformas estructurales que Guatemala verdaderamente necesita, siendo la principal, racionalizar un gasto gubernamental plagado de ineficiencia y corrupción.
Este espejismo tiene un costo oculto. Lo que se ve son los USD1,500 millones y los proyectos anunciados. Lo que no se ve son los recursos que no estarán disponibles para que el sector productivo genere empleos genuinos y riqueza sostenible. Tampoco se ve la futura carga fiscal que recaerá sobre las empresas y los ciudadanos para pagar los más de USD100 millones anuales en intereses, dinero que no irá a brindar seguridad o impartir justicia, mucho menos a salud o educación.
Surge una duda inquietante sobre el destino y el momento de este endeudamiento. ¿Por qué acumular fondos masivos ahora? Me temo que la respuesta es tan predecible como cínica: el próximo año es preelectoral y, además, incluye elecciones de funcionarios que pueden redefinir el mapa político. Parece que se está preparando una piñata de gasto gubernamental para intentar mejorar la imagen del gobierno de cara a las elecciones de 2027, utilizando la deuda como combustible para la maquinaria clientelar —nada nuevo, todos los gobiernos anteriores lo han intentado—. Los fondos, en lugar de destinarse a inversión productiva, corren el riesgo de acabar en “elefantes blancos” y proyectos que benefician a contratistas con conexiones políticas, no a los ciudadanos. Y no se buscará comprar solo los votos de los ciudadanos, sino, seguramente, también de los “electores” que influyen en la selección de funcionarios que tendrá lugar en ese año preelectoral.
No se deje engañar. La emisión de estos eurobonos no sustituye la disciplina fiscal; la destruye. Esta operación es una transferencia de riqueza desde los futuros tributarios hacia los intereses políticos del presente. Es una violación de la responsabilidad intergeneracional y un abuso de la confianza ciudadana. La verdadera fortaleza de una nación no se mide por el tamaño de sus reservas infladas con deuda, sino por la prudencia de sus gobernantes y la libertad de sus ciudadanos para construir su propio futuro, sin el peso de las irresponsables decisiones del pasado. La libertad no admite cuentas por pagar eternas.