El verdadero rostro extorsionador del “SSTEG”

Jorge Jacobs / Empresario y periodista / Cees@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 18 de julio del 2025

¿Educadores o extorsionistas? Jorge Jacobs advierte que el desalojo del campamento del sindicato magisterial es apenas un primer paso para recuperar un sistema educativo capturado por décadas.

La humareda alrededor del Palacio Nacional de la Cultura se disipó, pero la pestilencia de un sistema educativo capturado durante décadas permanece. El desalojo de una parte del campamento del Sindicato de Trabajadores de la Educación en Guatemala, “STEG” —o como prefiero llamarlo, el Sindicato de Supuestos Trabajadores de la Educación en Guatemala, “SSTEG”, ya que estos no son educadores, son aprovechadores de un sistema que premia la extorsión sobre el mérito—, no es una victoria, sino apenas el inicio del cese de una hemorragia. La verdadera enfermedad, el aprovechamiento parasitario que ha carcomido la educación de los niños guatemaltecos, sigue intacta.

Durante más de 20 años hemos sido testigos de un ciclo perverso y predecible. Cada nuevo gobierno es recibido con una crisis manufacturada: paros, tomas de edificios y, la joya de la corona, bloqueos de carreteras. Presidentes, desde Portillo hasta Giammattei, optaron por el apaciguamiento de Joviel Acevedo, porque el costo de una confrontación se percibe como mayor al de ceder privilegios. Negociaron la entrega del Estado a cambio de una paz precaria con quienes no educan, sino que extorsionan. La única honrosa excepción fue la de la ministra de Educación de Óscar Berger, María del Carmen Aceña, quien logró destituir a Acevedo, pero el gobierno siguiente rápidamente reculó.

El gobierno de Bernardo Arévalo se jacta de haber roto este ciclo. Y, en efecto, ha interpuesto acciones en contra de algunos temas del pacto colectivo y, finalmente, ejecutó un desalojo. Pero no nos engañemos, su actuación fue tardía y débil. La CC amparó a la Cámara de Comercio contra los bloqueos desde el primer día, pero el gobierno permitió que el país se paralizara durante días. ¿Por qué la vacilación? Quizás por una contradicción inherente: el presidente, que en 2023 apoyó bloqueos para supuestamente defender su victoria electoral, ahora se veía en la incómoda posición de tener que disolverlos. La poca acción llegó solo cuando la CC le proveyó una mayor coraza legal. La narrativa cambió de “represión” a “restauración del Estado de derecho”, una jugada astuta, pero que no oculta la debilidad inicial.

Para entender al SSTEG no hay que pensar en un sindicato, sino en un cartel. Un grupo de interés pequeño y concentrado (la “cúpula sindical”) tiene la capacidad de organizarse para obtener beneficios enormes y concentrados, mientras que los costos de sus acciones de hecho se dispersan entre millones de ciudadanos. Es la tiranía de una minoría organizada sobre una mayoría desorganizada. El instrumento de esta captura ha sido el pacto colectivo, que crea un fuero especial, una casta con derechos por encima del resto.

El desalojo de los alrededores del Palacio es un primer paso, pero insuficiente. La verdadera prueba será si se atreven a impulsar las reformas estructurales necesarias. Se debe modificar el pacto colectivo para eliminar las cláusulas de captura estatal. Se debe implementar un sistema de evaluación y mérito para los docentes, donde el ascenso y el salario estén ligados al desempeño, no al tiempo o a la lealtad sindical. Y debemos discutir seriamente la liberalización del sistema, explorando opciones como los vales educativos que permitan que el financiamiento siga al estudiante y no a la burocracia.

La responsabilidad no es solo del gobierno. Todos debemos mantenernos vigilantes, rechazando la mentira de que la extorsión es un derecho. Guatemala no podrá ser sociedad de personas libres mientras la educación dependa del capricho de supuestos líderes cuyo verdadero interés nunca ha sido el aula, sino el botín. Es la lucha por la libertad, que siempre empieza en las aulas.