Nuestra Constitución, de corte y orientación humanista, enuncia, ya desde su Preámbulo –a título de principio ideológico— “la primacía de la persona humana como sujeto y fin del orden social” y reconoce a la familia “como sujeto y fin del orden social”. Como resultado de lo anterior, establece que el Estado debe organizarse para proteger a la persona humana (artículo 1) y que -entre sus varias otras obligaciones- debe también garantizarle a los habitantes de la República su vida y desarrollo integral. La piedra angular de todo esto radica en el valor de “la dignidad” de la persona humana, reconocido en su artículo 4º: “En Guatemala todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos”, como dice en su parte esencial. Y en cuanto a la familia, en cuanto bien constitucionalmente protegido, destaca en su artículo 47“el derecho de las personas a decidir libremente el número y espaciamiento de sus hijos.”
La Convención Americana sobre Derechos Humanos -parte integral de nuestro Bloque de Constitucionalidad- “… reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia…” y que: “El matrimonio no puede celebrarse sin el libre y pleno consentimiento de los contrayentes” (Art. 17). Horacio Roitman –jurista argentino de gran renombre- en su obra titulada “Diccionario del abogado exquisito” (segunda edición actualizada, Rubinzal-Culzoni Editores, Córdova, 2005, página 58), vierte una entrada para la palabra “Fuck”. Sí -leyó bien- palabra que, por “buenas maneras”, corrección política, falso pudor o simplemente hipocresía, algunos angloparlantes se refieren a ella como the four letter Word o la escriben comof***. Dejando de lado estas banalidadesy falsas apariencias, lo interesante es el relato: “En la antigua Inglaterra la gente no podría tener sexo sin contar con el consentimiento del Rey (a menos que se tratara de un miembro de la familia real). Cuando la gente quería tener un hijo debían solicitar un permiso al monarca, quien les entregaba una placa que debían colgar afuera de su puerta. La placa decía: “Fornication Under Consent of the King” (F.U.C.K.).”
* Publicado originalmente en Siglo 21.

Gabriel Orellana
amigo del cees
1777